domingo, 28 de junio de 2020

Poesía. No pasará el tiempo en vano

No pasará el tiempo en vano
si cuando te fui a buscar
ya te habías ido.

No pasará el tiempo en vano
si cuando te comencé a extrañar 
hace tiempo te habías ido.

El mismo tempo que me vio perder el tiempo
ahora me ve buscar en parques atiborrados
e interrogar inclementes avenidas
por señas de una presa que ya no está
donde la dejé, donde suponía que habitaría por siempre
y por siempre jamás la perdí de vista,
como un perro pierde la pelota que persigue,
en el mismo parque atiborrado,
rodeado de las mismas inclementes avenidas,
inconsciente de su torpeza.

La capital torpeza de una tarde cualquiera
creer —verdaderamente— que se trata
de una tarde cualquiera
que podrá ser enmendada
en las sucesivas tardes
sucedidas sobre las mismas inclementes avenidas.

Y así, dejar pasar las tardes fatales
que no habrán de volver en renovado ciclo
ni bajo el mismo tiempo
ni sobre el mismo espacio.

miércoles, 24 de junio de 2020

Poesía. Si un solo deseo me fuera concedido

Si un solo deseo me fuera concedido
habría de vivir nuevamente la vida ya vivida,
no la misma exacta y minuciosa
sino una renovada versión
en que la Fortuna me prodigase la misma cuna
y la Naturaleza el mismo ser, 
pero que, por el nuevo intento concedido,
pudiera ser expiada de los viejos pecados
y poblada quizá de otros nuevos.

Habría de ser yo entonces un nuevo yo
y en cada rostro familiar volvería a ver
por vez primera un rostro extraño
y volvería a mirar los mismos cielos cargados
con renovado y ajeno asombro,
que podría volver a ser el comienzo de todo —o de nada—
o bien podría ni siquiera alzar la frente interrogante
y mantener una marcha marcial
(acaso ingenuamente seguro de mis nuevas posibilidades)
por las mundanas encrucijadas
que años más tarde 
—al yo que entonces fui—
habrían de parecer alegres ensayos de un yo futuro, 
secretamente profetizado.
Años más tarde,
—a este yo que soy ahora,
que no es aquel que fue profetizado—
las mismas encrucijadas
habrán de parecer absolutas y fatales,
ya más agrias que dulces.

Y así, por medio de este proceso impío
volver a volver y en perpetuo ensayo
ser los muchos yo que podría —que debí— haber sido. 

¿Contentarán las infinitas permutaciones
de un mismo yo, sometido a iguales circunstancias,
al yo del lunes, 
a quien este anhelo y este poema
le parecerán una melancólica pérdida de tiempo?