miércoles, 29 de abril de 2020

Poesía. Agenda

30 de enero: nombrar Canciller a Adolfo.
2 de febrero: ganar la batalla.
15 de marzo: matar a Julio.
21 de abril: fundar Roma.
23 de abril: matar la cultura.
4 de mayo: votar por la Dama de Hierro (ver 22 de junio).
20 de junio: será una larga noche.
22 junio: hacer el gol con la mano.
4 de julio: declarar la independencia.
14 julio: tomar la Bastilla.
20 de julio: llegar a la Luna (pendiente).
Agosto: gatos, los odio.
1 de septiembre: invadir Polonia (ver 30 de enero).
11 de septiembre: bombardear la Moneda derribar las Torres.
18 de septiembre: tomar.
19 de septiembre: pasar revista a las tropas tomar.
20 de septiembre: ¿?
12 de octubre: llegar a la India (confirmar).
21 de diciembre: será un largo día.
25 de diciembre: abrir regalos.
31 de diciembre: abrazos, tomar, abrazos, tomar, etc.

Poesía. Botellas vacías

En la mañana hay una ciudad,
en la ciudad hay una calle,
en esa calle un edificio,
en el edificio un departamento,
en él una mesa y
sobre la mesa botellas,
botellas vacías.

No siempre estuvieron vacías aquellas botellas.
Hasta hace poco gozaban de buena salud,
rellenas con litro y medio de la sangre de Cristo.
Algunas siguen altivas de pie,
otras descansan recostadas,
exánimes después del amor.

La menos afortunada murió en un choque,
por infringir las leyes de Newton.
No otorgó testamento, 
pero por política del departamento 
será arrojada a la fosa común, como todas.
Se decretó duelo nacional, 
toda celebración fue suspendida 
por un par de minutos.

En vida la primera fue indiferente y sensual,
la segunda intelectual y profunda,
la tercera silenciosa,
de la cuarta no me acuerdo.

¿Cómo se sentirán cuando están conmigo?
Yo en su compañía soy un poco más yo:
la comedia fluye bulliciosa,
el fuero interno se desafuera
y la mala suerte me permite bailar solo esta pieza.

A veces pienso que son mis compañeras,
que somos un equipo,
que salimos a la cancha a ganar,
pero al final de la temporada 
la tabla de posiciones me desmiente categóricamente.

También las he tomado por consejeras,
pero aún no descifro en qué materia serán sabias.
Mala consejera es la botella reza el viejo adagio,
para otra cosa servirán.

Ora creo que son mis enemigas,
me prometo derrotarlas,
que la próxima batalla será mía
y sigo perdiendo la guerra.

Pero la verdad es que son frías y transparentes
y especialmente vacías.

La verdad es que ni piensan ni sienten,
pues solo son botellas,
botellas vacías.

Poesía. Contabilidad para mayo

Un 8 te gané,
un 13 te perdí,
que suman 21,
la edad que cumpliste entre mis brazos.

Dígitos que suman 3,
las veces que me dejaste.
1, la vez que yo te dejé,
que suman 4.

4, un número en el que te tuve muchas veces,
que me recuerda el 69,
pero prefiero los pares.
6 + 9= 15, la edad en la conocí el amor,
pero no el tuyo,
y también impar.

¿Mayo de mayonesa?,
¿mayo de Marjorie?,
¿de Margarita?
Mejor remitirse a los números.

Mayo, el 5º mes del calendario,
como también la 5ª fue la vencida contigo.
5 es también el día de mi cumpleaños, 5 del 1.
5 - 1… lo que me devuelve al 4.

Mejor 5 + 1 = 6,
los meses que te quise sin tenerte.
2, los meses que me tuviste sin quererme.
6 - 2… nuevamente el 4.

Para dejar de recordar el 4,
19, tu edad cuando te conocí.
Ya por entonces te sabías bien las tablas.

Menos mal no soy contador,
porque aquí termino mis cuentas,
que no son eternas,
porque comienzan un 8 y terminan un 13 de mayo.

martes, 28 de abril de 2020

Soneto 30. Algo simple me propuse escribir

Algo simple me propuse escribir
para el hartazgo de mi propio peso
muerto por un rato matar. Confieso
que más de lo usual ha tomado fluir
con lápiz y papel. Será que el hueso
se resiente, pues permití subir
diez kilos a mis carnes. Por decir
lo menos: hasta el juicio tengo tieso.
A las rimas, que fáciles no son
de componer, culpo. Mientras escarbo
mi sesera ansioso, la inspiración
me rehuye y desdoroso desgarbo
cometo cuando la cocina con 
hambre de pan, no de rimas, adarvo.

Poesía. Mi Prometeo

Yo oí el cielo rugir y vi el rayo caer,
los nubarrones bullentes planeaban
sobre las palmeras y los chasis ya crepitaban tímidamente.

Y entonces el trueno encabritó la obra del hombre,
relinchó y dio coces por la plaza.
Un coro electrónico de alarmas 
repetitivas disonaron desfasadas 
barriendo con los transeúntes, 
como hormigas desbandadas bajo la lupa escrutadora
de un niño —que bien podría ser Dios—.

Y ese Dios —que era un niño— atravesó 
el cielo denso con la lupa 
escrutadora de la omnisciencia 
y sobre este otro niño su capricho posó
y sentenció: tú temerás.

Cruento, pero impecable,
fue este primer mandamiento
e imponente, a ojos de un niño,
la tempestad bautismal.

Era el mundo en bruto, nada más que el mundo,
que tomaba por asalto un alma nueva.

Ráfagas enfurecidas torcían el tiempo y el espacio
dentro de esa cabecita,
cuyo cortocircuito obligó a la mano
—la diminuta mano de un niño—
a contraerse sobre la mano maternal que lo aferraba.

Es solo un temporal, perfectamente natural.

Iones y electrones
y otras maravillas desfilaron 
por vez primera
ante el entendimiento incipiente
de este niño temeroso,
que dejó de temer.

Y desde entonces mi Prometeo tiene rostro de mujer.