¿Quién sería de no haber sido aquel que fui?
Si mi principio no habrá de ser también mi fin,
si un cielo saturnino no hubiera
sobre mí inscrito el sombrío signo
de que el cordón que a otros da la vida
a mí me la quiso quitar sin haberla tenido siquiera.
Si esa tarde de ese día de verano
el médico no hubiese prestado oídos
al ominoso silencio de una criatura.
Si en lugar del sombrío signo
un auspicio distinto,
—el llanto de mis congéneres, por ejemplo—
hubiera sido.
Si de joven no me hubiera sentido ya viejo,
como si ya hubiera vivido lo que habré de vivir,
por vislumbrar —¿acaso recordar?—
que el fin es también el principio
y ser custodio del presagio abrasador
de que retornaré una vez más,
bajo un renovado signo,
para volver a jurar:
Yo soy el que soy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario