sábado, 15 de mayo de 2021

Poesía. Collage de 1913


La aspiración de lo mejor no es privilegio de todas las generaciones. 

Cuando el ignorante se cree igualado al estudioso, el bribón al apóstol, el boquirroto al elocuente y el burdégano al digno, la escala del mérito desaparece en una oprobiosa nivelación de villanía. 

Halagar a los ignorantes y merecer su aplauso, hablándoles sin cesar de sus derechos, jamás de sus deberes, es el postrer renunciamiento a la propia dignidad. 

Por eso ciertos hombres inservibles se adaptan maravillosamente a los desiderata del sufragio universal; la grey se prosterna ante los fetiches más huecos y los rellena con su alambicada tontería. 

La irresponsabilidad colectiva borra la cuota individual del yerro: nadie se sonroja cuando todas las mejillas pueden reclamar su parte en la vergüenza común. 

Las jornadas electorales se convierten en burdos enjuagues de mercenarios o en pugilatos de aventureros. 

De cada cien, noventa y nueve mienten lo mismo: la grandeza del país, los sagrados principios democráticos, los intereses del pueblo, los derechos del ciudadano, la moralidad administrativa.

Intentan disfrazar con ideas su monopolio del Estado. 

La política se degrada, se convierte en profesión. 

Lo que antes fue Verbo en el genio, se torna ahora palabra y es distribuida entre todos, que, juntos, creen razonar mejor que uno solo. 

La aspiración de lo mejor no es privilegio de todas las generaciones.

EPÍLOGO:
Todo esto fue escrito en 1913 por José Ingenieros, en Buenos Aires, y fue leído y releído en la víspera de una elección —según todos— muy importante, célebremente olvidada.

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