Adorable serendipia
de concretar lo pospuesto
que desata lo dispuesto
de un pasado que principia:
reencuentro que disipa
ayer, durante y después,
trauma y rigidez -ya haiku es
nuestras pieles, nuestra tripa-,
temores iridiscentes
tras memorias olvidadas,
deseos adolescentes,
blandiendo plumas y espadas
y, en la penumbra, obedientes
convulsiones extasiadas.
*Texto perpetrado en coautoría con Beatriz Koryzma.
Diciembre 2009
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