lunes, 27 de mayo de 2019

Poesía. Cualquiera diría que Japón se ha vuelto una japonería

Cualquiera diría que Japón se ha vuelto una japonería:
un crisantemo de neón recortado sobre aquel monte
místico y colosal, inmemorialmente reverenciado.
Las rodillas gastadas de los kimonos no mienten,
la desesperada cortesía definitiva,
las colegialas abusadas en el metro
y el flamante flexor facial tampoco
(cuya realidad un sudaca apenas puede intuir).
Revolotea triunfante el ingenio venal
sobre el hacinado tedio de un pueblo desgastado,
sucedáneo cruel de una natalidad regresiva.
¿Arisaka y Nambú? estruendoso sepulcro
labrado por más modernos y menos explosivos vicios.
Ya no aúlla el ¡Banzai! de los suicidios militares,
pero los civiles son una tumba.
Las entrañas de Asia (la preñez de la Humanidad)
vaticinan el futuro
—predicamos en la periferia de Occidente—.
¿Qué nuevo hombre marchará esta vez desde el Sol Naciente?
¿Hay algo al oriente de Japón?

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