domingo, 11 de agosto de 2019

Poesía. No será mía tu belleza

No será mía tu belleza,
no será mía tu cabellera rubia,
no correrá hacía mí el traqueteo de tus tacones impacientes
ni se quebrantará tu cortesía en mi presencia.
No pertenece a mi tiempo ni a mi espacio 
la ligereza de tu alma perecedera
ni tu voz terrosa y grave
y tu vocación cosmopolita
no se contentará con mis noches de insomnio.

Y así, toda tú me hieres
como una lejana idea
oriunda del siglo antepasado,
que generaciones de mis ancestros 
apenas han sospechado:
     la mayoría olímpicamente ignorado,
     algunos vanamente anhelado,
     los pocos afanosamente perseguido
     y uno —quizá uno— con ella coqueteado.

Así sea o no, 
no más ni menos puedo esperar
de este Siglo XXI,
pródigo en dulces extrañamientos,
porque a otros hombres de mejor condición y destinos más negros 
les debo el Mundo que llevas contigo en cada contoneo
—y que contiene el aliento a tu paso—,
en cada ir y venir,
en cada dar y quitar.

Pero ¿quién es acreedor y quién deudor?
Si la vida de nadie es un camino de rosas
no seré yo quien cuente tus espinas
porque a otros hombres, 
de este Siglo XXI
—que prorrogará su histórica deuda—...
a otros hombres de mejor condición 
y destinos más grises te debes,
al igual que ese Mundo que llevas contigo en cada contoneo
—y que contiene el aliento a tu paso—,
en cada ir y venir,
en cada dar y quitar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario