sábado, 18 de julio de 2020

Poesía. El Dios de Berkeley

Las revoluciones de los cuerpos celestes,
la pena del hombre pobre,
el ejército de mujeres que recorre las calles buscando clientes
y sus clientes,
el Niño, la Niña y la corriente de Humboldt,
tú y yo mientras nos masturbamos,
tú —yo no— cuando le das una moneda al mendigo,
el mendigo cuando se compra un vino,
el cartón de vino en la basura,
los niños que buscan juguetes en la basura,
pero solo encuentran cartones de vino.

Todo esto
y todo lo demás
lo ha visto y lo ve el Dios de Berkeley.

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