sábado, 18 de julio de 2020

Poesía. Hora punta

Te obligan a ajustar tu reloj biológico según la televisión.
Te dice que planifiques tu viaje, 
levantarse hora y media antes
es un sacrificio aceptable
para que el país funcione,
para que las instituciones funcionen.

Pero no te preocupes, 
pronto te acostumbrarás
al traqueteo cansino de los carros,
a las miradas derrotadas, 
a las cabezas gachas,
a las manos callosas
y las suelas gastadas. 

En efecto,
te acostumbras.

Te acostumbras
al hereditario peso de la noche
que te jala como la gravedad
al quintil al que perteneces. 

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