Crónicas del Hacedor
Publicación de literatura inédita de su autor, tanto poesía como narrativa.
domingo, 29 de diciembre de 2024
Poesía. El fuego del hogar
sábado, 28 de diciembre de 2024
Artículo. Meta huelga
UN CASO PRÁCTICO DEL EJERCICIO DEL DERECHO CONSTITUCIONAL DE HUELGA EN EL TRABAJO ACADÉMICO
RESUMEN: El artículo demuestra la posibilidad de un genuino ejercicio del derecho de huelga, bajo una modalidad comisiva atípica, en el contexto de la prestación de servicios intelectuales, presentando un caso real de alto valor intuitivo que será accesible para cualquier lector.
PALABRAS CLAVE: Derecho de huelga, huelga atípica, academia, trabajo académico.
ABSTRACT: The article demonstrates the feasibility of a genuine exercise of the right to strike under an atypical commissive modality within the context of intellectual service provision. It presents a real case of significant intuitive value, making it accessible to any reader.
KEY WORDS: Right to strike, atypical strike, academia, academic labor.
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domingo, 15 de diciembre de 2024
Poesía. Adorable serenpia
Adorable serendipia
de concretar lo pospuesto
que desata lo dispuesto
de un pasado que principia:
reencuentro que disipa
ayer, durante y después,
trauma y rigidez -ya haiku es
nuestras pieles, nuestra tripa-,
temores iridiscentes
tras memorias olvidadas,
deseos adolescentes,
blandiendo plumas y espadas
y, en la penumbra, obedientes
convulsiones extasiadas.
sábado, 5 de febrero de 2022
Cuento. Séneca no lo escribió
Quien se apropia de lo ajeno, pronto verá lo propio perdido.
Hoy me libré de toda molestiaque turbase mi sagrado reposoy sorteando trance dolorosoa salvo lo puse de la ira, bestiaimpía, que suprime la modestiade saberse un siempre pecaminosohombre cualquiera, simple y temeroso.Cometen embarazosa inmodestiaquienes de la vida esperan aquellocuyo precio pagar nunca pretenden,mas, sin percatarse, la soga al cuellose colocan y sus cabezas pendendel cadalso por perderse el destello:no está fuera de sí el mal al que tienden.
jueves, 18 de noviembre de 2021
Microcuentos
1. Mensaje encontrado en el WhatsApp del jefe
Hernán, me enteré con mucha tristeza de que me obligarás a continuar tramitando tus juicios personales, que no son mi función laboral, de aquí en adelante, a pesar de que ya volviste de vacaciones y que lo hice originalmente solo como un favor. No lo comparto porque sé que no es tu esencia y que no te representa como persona. Sé que estos días lo reflexionarás y tomarás la mejor decisión. Yo estaré aquí cuando necesites hablar, cuenta conmigo en todo. Un abrazo.
P.D. Pedí vacaciones del 11 al 25, favor confirmar.
2. Cláusula meramente potestativa
Esta póliza cubre suicidio.
3. La interpretación de la Ley
Nuestra Ley es secreta, pero no incognoscible, según afirman nuestros sabios, quienes acometieron la empresa de inferirla por medio del método inductivo. Así, recopilaron todas las sentencias y tabularon, para cada caso, el delito y la condena:
- Hurto: 16 latigazos.
- Secuestro: 06 latigazos.
- Robo con fuerza en las cosas: 68 latigazos.
- Falsificación de moneda: 88 latigazos.
Y tuvieron éxito en predecir la siguiente condena, antes de perpetrado el siguiente delito.
4. Obra inacabada
Cada noche de su vida se encierra en su escritorio y teclea una nueva línea en el micro cuento que jamás acaba.
5. Rebeldía
Perpetró la rebeldía de, contra el pechoño estupor de la familia, tatuarse un símbolo que le identificara personalmente, le diferenciara de todos los demás y cuyo significado le acompañara de por vida: 17.375.010-2.
6. Un manuscrito de la Biblioteca de Alejandría
Si la Biblioteca de Alejandría no hubiera sido destruida estas palabras se encontrarían en ella.
7. Estándar probatorio
Para que un hecho sea admitido en juicio la probabilidad de su ocurrencia debe ser igual o mayor que la suma de la probabilidad de ocurrencia de todas las hipótesis alternativas. Ergo, yerra el demandante al afirmar que la moneda cayó cara, yerra el demandado al afirmar que cayó sello y yerra el juez de primera instancia al afirmar que cayó de canto.
Por tanto, se resuelve: la moneda no ha caído.
Archívese.
8. La ventaja de China
Los hombres son mortales.
Sócrates es hombre.
Sócrates es mortal.
Los chinos son abundantes.
Confucio es chino.
Confucio es abundante.
9. El bibliotecario de Alejandría
Si la Biblioteca de Alejandría no hubiera sido destruida su catálogo habría llegado a ser infinito. ¿Quién puede culpar al bibliotecario por incendiarla?
10. Honestidad intelectual
David Hume demostró que es imposible inferir de una serie cualquiera su continuación casa camión perro.
11. Otro manuscrito de la Biblioteca de Alejandría (6 + 9)
Si la Biblioteca de Alejandría no hubiera sido destruida su catálogo habría llegado a ser infinito. ¿Quién puede culpar al bibliotecario por incendiarla?
Incluso estas palabras se encontrarían en ella.
12. Criptozoología
El Rey de Ratas no es una errata.
13. Perro muerto
Intentaron hacer perro muerto. Pero los perros acabaron muertos.
14. El don de los botes
El objeto original del arte de la navegación era remontar río arriba hasta el mar.
15. Pie de página de algún libro del futuro
Entre los iniciados de estas sociedades primitivas era creencia común la posibilidad de predecir el comportamiento humano por medio de enrevesados, pero en el fondo sencillos, juegos numéricos acompañados de una compleja retórica ceremonial. Se llegaron a construir grandes templos de concreto y cristal para cobijar su operación, financiada con fondos forzosamente recaudados por medio de tributos. Los heresiarcas de este culto antiguo mantuvieron entre sí comunicaciones a nivel incluso planetario y la mayoría de los gobernantes de ese entonces los invitaban a sus cortes. Hubo una época en que el Poder Terrenal no tomaba ninguna gran decisión ni emprendía gran proyecto alguno sin consultar previamente a estos agoreros, que, por cierto, jamás ofrecían una respuesta definitiva o bien, tras los hechos consumados y no profetizados, proclamaban su inevitabilidad. Tal fue la penetración del nuevo culto en las modas de las élites que, tras varias generaciones, inclusive el pueblo llano incorporó en su argot algunas palabras ceremoniales, desprovistas, claro está, de los sofisticados razonamientos circulares y peticiones de principio que las acompañaban, permitidas solo a los iniciados. Este culto recibió el nombre de economía.
16. Tordo
Qouth the Tordo "Chiledespertó".
jueves, 27 de mayo de 2021
Cuento. Libro de novedades del 28 de mayo, turno noche
La vez que vio al fantasma de Carlitos (o creyó ver al fantasma de Carlitos) llevaba hartos años trabajando en el Mall. 7 años, 4 meses y 28 días exactamente, claro que eso él, en ese momento, no lo recordaba, por lo menos no así tan preciso.
Llegó ahí porque ya estaba viejo para seguir manejando el bus todo el día con los tacos como estaban, cada día peores. Antes a la hora que uno pasara por Gran Avenida se podía andar fuerte y derecho, en cambio ahora siempre bocinazos y ni siquiera en hora pic, ni siquiera en hora pic, siempre se repetía entre que medio ofuscado y medio resignado. En todo caso, la pega esa no era mala, pero muy estresante eso sí. Por eso cuando lo echaron tomó la decisión, más o menos fue una decisión y más o menos se dejó llevar, de tomárselo con calma. Por eso y porque le pagaron una buena indemnización.
Además, después de que le pagaron el finiquito, igual demandó a la empresa porque en el Sindicato le avisaron que la carta de despido era chanta. Necesidades de la empresa, reevaluación del cargo y una sarta de cuestiones que ni Recursos Humanos se las cree, ¿acaso los buses se manejan solos? Los del Sindicato sabían lo que hacían, si hasta lo mandaron con el abogado de ellos y en un par de meses consiguió un buen adicional (le daba pudor revelar el monto). Pero eso es otro cuento.
Fue el bueno de Julito, que en paz descanse, el que lo convenció. No hay que hacer nada, puro andar paseándose y de repente hablar por radio y el turno de noche lo pagan bien, lo pagan re bien, siempre remarcaba eso último de que el turno de noche lo pagaban bien, re bien. El bueno de Julito, que en paz descanse, no era tan bueno para el blablá, pero cuando se le metía algo entre ceja y ceja no lo soltaba por nada del mundo, así que al final lo convenció igual de hacer el curso de vigilante privado (que resultó de lo más sencillo) y después lo recomendó en el Mall.
Lo más difícil fue adaptarse al turno de noche, porque eso de trabajar 6x1 lo había hecho de siempre, de que era cabro. El truco es acostumbrar el cuerpo, le decía siempre el bueno de Julito, que en paz descanse. Cambiar los horarios de las comidas, cortinas blacaut en la pieza y harto cafecito, que antes no le gustaba, pero se hizo el gusto y santo remedio: en un par de meses el dolor de cabeza ya era piola y después del primer año ni le dolía.
La única parte mala era que estaba desajustado con la vieja y les quedaba el puro domingo para compartir, porque los cabros ya estaban grandes, andaba cada uno con lo suyo no más. Pero el bueno de Julito, que en paz descanse, qué duda cabe, tenía razón: el turno de noche lo pagaban bien, re bien de hecho. Era un pan de Dios el bueno de Julito, no se merecía morir como murió, todo reventado en plena calle por un camión el pobre Julito, que en paz descanse decía (o pensaba, ¿rezaba?) el bueno de Julio, a quien le estaba agradecido.
Resumiendo, la cosa es que estaba bien en el Mall.
Pero el cuento se trata de la vez que vio al fantasma de Carlitos (o creyó ver al fantasma de Carlitos).
Carlitos siempre andaba de buen humor, eso era lo que más le gustaba de él, siempre bueno pa` la talla, tirador pa` arriba, como se dice. Había empezado en el Mall hacía 3 años y 28 días, exactamente para un 1º de mayo en que andaban cortos de vigilantes, en ese momento eso sí que lo recordaba así de preciso. Le agarró cariño al tiro por la sonrisa de cabro chico que tenía y porque llegó a la primera tirando la talla, no se achicaba Carlitos. Tenía como un aire a su hermano chico, aunque de eso se dio cuenta harto tiempo después. A medio turno, más o menos, siempre bajaba Carlitos con un par de cafecitos y se quedaba un ratito a conversar, siempre lo trataba de usted, era bien educado Carlitos, también eso le gustaba de él, y siempre se ponía a canturrear sus cumbias el muy diablo, era lo único que escuchaba Carlitos, andaba con la alegría pa` arriba y pa` abajo, como se dice, aunque era más tieso que un chuzo el pobre, se notaba al tiro. Y así, de cafecito en cafecito, se fueron abuenando. Lo demás es sabido, en la empresa todos sabían.
Fue el 28 de mayo cuando vio al fantasma de Carlitos (o creyó ver al fantasma de Carlitos). Mientras andaba paseándose escuchando radio, cansado y aburrido como siempre, se pilló a Carlitos en el pasillo que lleva a los baños del primer piso (su cuadrante). Vine únicamente a buscar algunos implementos, enseguida me retiro a mi cuadrante (el segundo piso) y ¿qué te parece si subes luego a compartir un café? En 5 minutos te espero.
Se alegró de verlo aparecer por fin. Nunca faltaba, pero siempre llegaba tarde, y ese día se le había pasado la mano. Le tiró la típica talla que siempre le tiraba sobre llegar tarde y sobre los últimos partidos (eran fanáticos de Universidad de Chile y Colo-Colo respectivamente). Todo con gestos y palabras a distancia, así como habla la gente acostumbrada a verse todos los días (o todas las noches, en este caso), y ligerito se despidieron con esos mismos gestos y palabras a distancia. Carlitos se fue subiendo por la escala tarareando una del Elvis más vieja que el hilo negro, la Viva Las Vegas!, y moviendo el esqueleto como el mismísimo Elvis. Ahí lo perdió de vista.
Jornada laboral normal habría sido si el cabro de la sala de cámaras, como lo vio gesticulando, no le hubiera hablado por radio para preguntarle con quién hablaba y si había entrado alguien (la cámara estaba orientada en un ángulo agudo muy pronunciado, por lo que no transmitía un plano amplio). Con Carlitos, quién más, siempre llega atrasado, pero hoy se le pasó la mano a este cabro. Carlitos está hospitalizado, no va a venir, llamó recién su señora para avisar. El operador lo vio dar tremendo respingo ahí mismo, mirar para allá y para acá, revisar el pasillo y la escala y nada. ¿Seguro hueón? Seguro seguro tío.
Había sucedido lo siguiente.
Esa misma noche, más temprano, a Carlitos lo había chocado en una esquina un descriteriado que se pasó la roja. Si bien el vehículo era ligero, de estos siticar que hacen ahora, el pobre Carlitos se movilizaba en moto así que se llevó la peor parte. La ambulancia se lo llevó al hospital, donde lo derivaron a la Unidad de Cuidados Intensivos. Estable dentro de su gravedad y afortunadamente se mantuvo siempre consciente, lo que descarta daño cerebral. Casi le baja un desvanecimiento a su señora por esto que le dijo el médico, menos mal no había daño cerebral y ya ligerito iba a poder pasar a hablar con él. Con el sobresalto, se había olvidado por completo de que su marido tenía una jornada laboral que cumplir. Recién cuando fue a comprar una bebida a la máquina para pasar el mal rato se acordó y ahí recién llamó al Mall.
Una operación y varias semanas después, Carlitos recibió el alta médica y luego de seis meses más de kinesioterapia, pagada por el seguro de accidentes del trabajo (la empresa accedió a declararlo como accidente de trayecto), pudo volver a trabajar, casi con normalidad.
NOTA MARGINAL:
3 junio. Vigilante privado don [NOMBRE TARJADO] turno noche no se presenta días 29 y 31 mayo ni 1 y 2 junio no contesta llamados de Recursos Humanos no presenta licencia se envía carta de despido por inasistencia.
sábado, 15 de mayo de 2021
Poesía. Collage de 1913
miércoles, 7 de abril de 2021
Poesía. Plegaria de un niño
sábado, 13 de febrero de 2021
Poesía. Una arbitraria lonja de pasto
Hoy encontré el camino
desde el parque de vuelta a casa,
una vez más.
No es difícil,
basta un poco de atención
y otro tanto de memoria.
Requiere no olvidar que aquel que soy
confusamente se sigue —más bien, se deduce—
de aquel que, sobre las mismas calles, fui
y exige nuevamente zigzaguear
las mismas esquinas
y volverlas a torcer, bien o mal,
en rítmica sucesión
en inalterable sucesión.
Las copas de los árboles claman sobre mi cabeza
cada vez que vuelvo, cada vez que voy
y cada tarde de un día cualquiera
de un verano cualquiera, seco y sofocante,
se me aparece trágicamente arquetípica.
De regreso, me forzaba siempre
la perpetua novedad de una lonja de pasto,
arbitrariamente dispuesta entre los edificios,
a preguntarme —acaso ritualmente—:
¿Cuándo será el día en que me tumbe a descansar sobre este verde tapiz?
¿Cuándo será el día en que un minuto de afable ociosidad me permita dejarme abrazar por la colcha florida?
¿Cuándo será el día en que coja la belleza con mis propias manos?
EPÍLOGO:
Finalmente llegó el día
en que un conchesumadre plantó una reja allí,
en Elena Blanco con Román Díaz,
incomunicando para siempre la vereda
de esa arbitraria —y milagrosa— lonja de pasto,
virgen de mí.
NOTA DEL AUTOR:
La noticia de este criminal suceso la he recibido, por medio de mis propios ojos, la noche del 13 de febrero de 2021, volviendo de trotar alrededor del parque. Tal parece, según me informó una vecina, que la lonja de pasto en cuestión perteneció siempre al edificio adyacente, construido hará una década, pero que, debido a no sé qué incordio burocrático con la Dirección de Obras Municipal (y la cacha de la espada), no había podido ser cercada hasta ahora. Confieso mi pecado: siempre lo supe.
martes, 6 de octubre de 2020
9.11 Las enseñanzas del Maestro: ¿deben ser oídas ambas partes de una misma cuestión?
Se congregó aquella tarde bochornosa, en la plaza pública del pueblo, una gran multitud de gentes de las más variadas para oír departir en egregio diálogo a los tres mayores sabios de la comarca sobre las más agudas cuestiones terrenas y celestes.
En esta ocasión, un hombre humilde del pueblo llano dio un paso adelante y con gran reverencia pidió permiso para plantear a los sabios una cuestión que mucho le intrigaba tiempo ha. Le fue concedido y tras meditar unos momentos la mejor formulación inquirió derechamente: ¿deben ser oídas ambas partes de una misma cuestión?
Murmuraciones de perplejidad levantó entre los allí reunidos caso tan espinoso y vacilaron todos unos minutos antes de proceder al sorteo del orden en que habrían de deponer los sabios.
El procedimiento ideado, asaz sencillo, consistía en tres bolas idénticas, que llevaban dibujados los números del 1 al 3, que los sabios debían coger de una bolsa negra al mismo tiempo y sin mirar. Se garantizaba así que el perfecto azar y no las estratagemas viles determinaran en qué sucesión habrían de exponer sus razones, de este modo les resultaba imposible adaptar mañosamente su discurso para socavar falazmente al contrincante en lugar de acuñar en su fuero interno la honesta evidencia de sus propias proposiciones. La verdad debía triunfar por sobre la retórica.
Así, se les concedía un tiempo delimitado a los sabios para formular, de dientas hacia adentro, sus razonamientos, luego se sorteaba el orden y en seguida comenzaban a departir. Y así hicieron.
El primer sabio dijo así:
—En toda discusión deben ser oídas siempre ambas partes de la disputa, ya se trate de una disputa práctica, como ocurre ante un tribunal, o bien de una disputa teórica, como ocurre en los diálogos filosóficos. Ello es así porque el primer orador o bien demostró su punto con su discurso o bien no lo demostró. El primer caso no es dable lógicamente, puesto que no es posible tener por demostrado por la mera exposición aquello que debe ser demostrado por medio del diálogo y contraste de los argumentos de parte y parte, en cuyo caso se sigue que [el primer orador] jamás podrá demostrar su punto con su discurso. Por otro lado, si [el primer orador] no ha probado su punto entonces se sigue que, atendida la naturaleza dicotómica [de este tipo de disputas], la otra postura, cualquiera sea, ha de ser la verdadera. Sostener lo contrario implicaría afirmar que quien ha hablado [segundo] meramente ha proferido el mismo enunciado que quien habló primero, en cuyo caso no habrían realmente dos posturas, sino una sola repetida, de lo cual se seguiría que la misma sería falsa y verdadera a la vez, lo cual es absurdo.
Luego habló el segundo sabio del siguiente modo:
—Jamás en discusión alguna deben ser oídas ambas partes de la disputa, ya se trate de una disputa práctica, como ocurre en un tribunal, o bien de una disputa teórica, como ocurre en los diálogos filosóficos. Ello es así porque el primer orador o bien demostró su punto con su discurso o bien no lo demostró. En el primer caso resulta innecesario oír ulteriores posturas respecto a la misma cuestión, puesto que, si ha quedado demostrado el caso defendido por el [primer] orador implica que ha presentado un razonamiento necesario y suficiente, quedando por probado el punto y por inoficioso todo disenso. Por otro lado, si [el primer orador] no ha probado su punto, entonces deviene vano cualquier ulterior discurso en contra de una tesis ya demostrada insuficiente y, por tanto, falsa. Sostener lo contrario implicaría afirmar que quien ha hablado [primero] meramente ha proferido un enunciado fútil, que nunca es el caso justamente porque ha hablado primero, o bien que la totalidad de la carga de la prueba recae en el segundo orador, que nunca es el caso justamente porque hablaría segundo, lo cual es absurdo.
Llegó finalmente el turno del Maestro, quien se limitó a guardar silencio. Y fue entonces, por todos los allí congregados, aclamado como el más sabio de los tres.
miércoles, 30 de septiembre de 2020
Poesía. No encuentro los lugares donde antes me encontrara perdido
miércoles, 9 de septiembre de 2020
Poesía. ¿Quién sería de no haber sido aquel que fui?
¿Quién sería de no haber sido aquel que fui?
Si mi principio no habrá de ser también mi fin,
si un cielo saturnino no hubiera
sobre mí inscrito el sombrío signo
de que el cordón que a otros da la vida
a mí me la quiso quitar sin haberla tenido siquiera.
Si esa tarde de ese día de verano
el médico no hubiese prestado oídos
al ominoso silencio de una criatura.
Si en lugar del sombrío signo
un auspicio distinto,
—el llanto de mis congéneres, por ejemplo—
hubiera sido.
Si de joven no me hubiera sentido ya viejo,
como si ya hubiera vivido lo que habré de vivir,
por vislumbrar —¿acaso recordar?—
que el fin es también el principio
y ser custodio del presagio abrasador
de que retornaré una vez más,
bajo un renovado signo,
para volver a jurar:
Yo soy el que soy.
sábado, 15 de agosto de 2020
Poesía. Que alguien me jure que este es mi destino
Que alguien me jure que este
-y no otro cualquiera-
es mi destino,
que estos días y estas noches
son parte de algún plan insondable,
cuyo sentido habré de percibir algún día.
Quizá recién en el lecho de mi muerte
habré de percibir, al fin y al cabo,
mi mortal ciclo en este mundo,
desde su comienzo a su fin,
y en cada esquina, bien o mal torcida,
encontraré una divina y piadosa sonrisa
anunciadora de la pequeña felicidad
de volver, una vez más, a torcer, bien o mal,
sobre las mismas esquinas
la dirección de mis andanzas juveniles
y no tan juveniles errores y arrepentimientos.
Soñaría entonces enmendarlos
si el mismo Dios que me ha condenado
me señalara exactamente cuáles son
y cómo pude cometerlos.
Pero el Dios invocado es el torcedor de las esquinas,
interrogadas inocentemente tantas veces,
y no perdona a quien ha recorrido,
una y otra vez,
aquellas calles oblicuas,
sobre las que se ha vuelto hombre,
dichoso y pecador.