sábado, 5 de febrero de 2022

Cuento. Séneca no lo escribió

¡¿Habrá acaso mayor vicio que el cometido por el falsificador y su comprador, quienes por no pagar el precio de aquello que pretenden comprar disponen contra el cielo la falsificación de aquello que dicen supuestamente anhelar, como si se tratase de la verdadera sabiduría, cuando no es más que la codicia de un intelecto inmaduro permanentemente sediento, como el viajero que en el desierto se extravía y ve, por efecto del calor tórrido, en cada duna un oasis y por esta quimera a cada tropelía, a cada impiedad y a cada crimen se arrojaría con falsaria esperanza, por no decir incultura, de confundir su ignorancia con virtud?!

¿Acaso otra probanza demanda tu razón? No hallarás entonces, siendo tú romano y varón excelente, mejor catalizador para tu entendimiento que el ejemplo de nuestros mayores, también romanos y varones, acaso más aún que en nuestra aciaga época en que las costumbres orientales mal ocupan el tiempo y las mentes de nuestros jóvenes, quienes, por medio de la noble legislación que nuestros juristas han preservado, ya desde muy antiguo, antes incluso de los tiempos del infame Tarquino el Soberbio, enemigo del todo el pueblo romano, castigaban severamente, inclusive con la muerte, la falsificación de moneda. No has de extrañarte pues no es crueldad el rigor en la ley del hombre cuando su verdadero asiento es la ley de la naturaleza, que es fuente de la legitimidad y medida de la cuantía de aquella, ya que nuestros ancentros acertadamente comprendieron que, así como el autor es a la obra, es el soberano a la moneda, la cual, de hecho, porta el regio viso forjado a fuego sobre el metal como seña de ello, entonces ¿cómo podría otro atribuirse su hechura o posesión si no ha pagado el tributo que exige a su verdadero autor, es decir, al soberano?

Y si todos estos argumentos, que he tomado de mi propia cosecha, pues también a mí me asiste el derecho de pensar, no te convencen, oh amigo, entonces agregaré nuevamente a estas humildes semillas el nombre, la fama y la sabiduría de quienes nos precedieron, pues inclusive entre la secta de nuestro enemigo -que el conocimiento debe ser como el mar, que de todos los ríos se nutre- es corriente y muy citada la divisa, no del todo desencaminada, según la cual:

Quien se apropia de lo ajeno, pronto verá lo propio perdido.

Así, ¿siendo lo propio el propio saber y la propia virtud cómo habría de enajenarse contra la voluntad de su creador? Quien así llegara a verse en posesión de tales tesoros en realidad de nada se apropiaría más que de su propia intemperancia, y el oro de las palabras se transmutaría en oropel frente a sus ojos incrédulos.

Para que estas verdades se asienten en tu razón mucho conviene, siguiendo los perspicaces preceptos de los Zenones, los Cleantes, los Diógenes, los Panecios y Posidonios y de tantos otros que han labrado en piedra en las mentes de los hombres los mandatos de la naturaleza, mi querido amigo, día a día practicar, adaptando tu alma a la forma de la verdad, en lugar de manipular la verdad hasta deformarla en falacia mutilada a imagen de la silueta torcida de un alma corrupta, a la usanza del vulgo que obra como un loco que intentara contener un sólido en un líquido y no viceversa.

He aquí el ejercicio que yo mismo pongo en acción en cada jornada al respecto: en cada ocasión en que a mis manos llegan ya las monedas ya las obras de los grandes, en papiros, libros o pergaminos o inclusive declamadas por los poetas, me retiro luego a mis predios y mientras paseo por mis viñedos y saludo con candorosa fraternidad a mis esclavos me cuestiono, por mí y ante mí, si habré dado a cambio de ellas lo que ellas requieren por su propio mérito para su propio artífice. Así, por ejemplo, si del soberano he recibido dádivas inquiero si efectivamente presté el servicio que, con tanta largueza, se recompensa; si del verdulero he recibido legumbres cavilo si por ellas habré pagado en metálico el justo precio que el justo comercio humano, pilar de la república bien ordenada, exige; no es distinto si a mis manos llega la Lógica de Aristóteteles, las Paradojas de Cicerón o la Eneída de Virgilio, debe entonces el varón de bien sopesar en su fuero interno si por estas cumbres del pensamiento humano, de mucha mayor valía que todas las monedas acuñadas con los rostros de todos los emperadores y que todas las legumbres del Nilo reunidas, habrá dado a cambio lo mínimo que ellas demandan: la moneda del quilaje y pesaje fijado al mercader y la eterna gratitud y mayor honra al autor.

Con igual fundamento y para emplear otras mejores palabras, compuestas con sutileza y hermosura que ya quisiera que Júpiter me permitiera alcanzar algún día, el poeta, no por casualidad, compuso los versos:

Hoy me libré de toda molestia
que turbase mi sagrado reposo
y sorteando trance doloroso
a salvo lo puse de la ira, bestia
impía, que suprime la modestia
de saberse un siempre pecaminoso
hombre cualquiera, simple y temeroso.
Cometen embarazosa inmodestia
quienes de la vida esperan aquello
cuyo precio pagar nunca pretenden,
mas, sin percatarse, la soga al cuello
se colocan y sus cabezas penden
del cadalso por perderse el destello:
no está fuera de sí el mal al que tienden.

Si en lo más hondo de tu entendimiento acunas estas verdades y las ejercitas con disciplina varonil obrarás, mi querido amigo, como un estoico verdadero y caminarás en compañía del mismísimo Sócrates por las humanas avenidas, bajo la complacida mirada de los dioses.

jueves, 18 de noviembre de 2021

Microcuentos

1.  Mensaje encontrado en el WhatsApp del jefe

Hernán, me enteré con mucha tristeza de que me obligarás a continuar tramitando tus juicios personales, que no son mi función laboral, de aquí en adelante, a pesar de que ya volviste de vacaciones y que lo hice originalmente solo como un favor. No lo comparto porque sé que no es tu esencia y que no te representa como persona. Sé que estos días lo reflexionarás y tomarás la mejor decisión. Yo estaré aquí cuando necesites hablar, cuenta conmigo en todo. Un abrazo. 

P.D. Pedí vacaciones del 11 al 25, favor confirmar. 


2. Cláusula meramente potestativa

Esta póliza cubre suicidio.


3. La interpretación de la Ley 

Nuestra Ley es secreta, pero no incognoscible, según afirman nuestros sabios, quienes acometieron la empresa de inferirla por medio del método inductivo. Así, recopilaron todas las sentencias y tabularon, para cada caso, el delito y la condena:

- Hurto: 16 latigazos.

- Secuestro: 06 latigazos.

- Robo con fuerza en las cosas: 68 latigazos. 

- Falsificación de moneda: 88 latigazos.

Y tuvieron éxito en predecir la siguiente condena, antes de perpetrado el siguiente delito. 


4. Obra inacabada

Cada noche de su vida se encierra en su escritorio y teclea una nueva línea en el micro cuento que jamás acaba. 


5. Rebeldía 

Perpetró la rebeldía de, contra el pechoño estupor de la familia, tatuarse un símbolo que le identificara personalmente, le diferenciara de todos los demás y cuyo significado le acompañara de por vida: 17.375.010-2.


6.  Un manuscrito de la Biblioteca de Alejandría

Si la Biblioteca de Alejandría no hubiera sido destruida estas palabras se encontrarían en ella. 


7. Estándar probatorio

Para que un hecho sea admitido en juicio la probabilidad de su ocurrencia debe ser igual o mayor que la suma de la probabilidad de ocurrencia de todas las hipótesis alternativas. Ergo, yerra el demandante al afirmar que la moneda cayó cara, yerra el demandado al afirmar que cayó sello y yerra el juez de primera instancia al afirmar que cayó de canto.

Por tanto, se resuelve: la moneda no ha caído. 

Archívese.


8. La ventaja de China

Los hombres son mortales.

Sócrates es hombre.

Sócrates es mortal.


Los chinos son abundantes.

Confucio es chino.

Confucio es abundante. 


9. El bibliotecario de Alejandría

Si la Biblioteca de Alejandría no hubiera sido destruida su catálogo habría llegado a ser infinito. ¿Quién puede culpar al bibliotecario por incendiarla?


10. Honestidad intelectual

David Hume demostró que es imposible inferir de una serie cualquiera su continuación casa camión perro. 


11. Otro manuscrito de la Biblioteca de Alejandría (6 + 9)

Si la Biblioteca de Alejandría no hubiera sido destruida su catálogo habría llegado a ser infinito. ¿Quién puede culpar al bibliotecario por incendiarla?

Incluso estas palabras se encontrarían en ella. 


12. Criptozoología

El Rey de Ratas no es una errata.


13. Perro muerto

Intentaron hacer perro muerto. Pero los perros acabaron muertos.


14. El don de los botes

El objeto original del arte de la navegación era remontar río arriba hasta el mar.


15. Pie de página de algún libro del futuro

Entre los iniciados de estas sociedades primitivas era creencia común la posibilidad de predecir el comportamiento humano por medio de enrevesados, pero en el fondo sencillos, juegos numéricos acompañados de una compleja retórica ceremonial. Se llegaron a construir grandes templos de concreto y cristal para cobijar su operación, financiada con fondos forzosamente recaudados por medio de tributos. Los heresiarcas de este culto antiguo mantuvieron entre sí comunicaciones a nivel incluso planetario y la mayoría de los gobernantes de ese entonces los invitaban a sus cortes. Hubo una época en que el Poder Terrenal no tomaba ninguna gran decisión ni emprendía gran proyecto alguno sin consultar previamente a estos agoreros, que, por cierto, jamás ofrecían una respuesta definitiva o bien, tras los hechos consumados y no profetizados, proclamaban su inevitabilidad. Tal fue la penetración del nuevo culto en las modas de las élites que, tras varias generaciones, inclusive el pueblo llano incorporó en su argot algunas palabras ceremoniales, desprovistas, claro está, de los sofisticados razonamientos circulares y peticiones de principio que las acompañaban, permitidas solo a los iniciados. Este culto recibió el nombre de economía

16. Tordo

Qouth the Tordo "Chiledespertó".

jueves, 27 de mayo de 2021

Cuento. Libro de novedades del 28 de mayo, turno noche

Cuando vio al fantasma de Carlitos –o creyó ver al fantasma de Carlitos– llevaba hartos años trabajando en el Mall. 7 años, 4 meses y 28 días exactamente, claro que eso él, en ese momento, no lo recordaba, por lo menos no así tan preciso. 

Llegó ahí porque ya estaba viejo para seguir manejando el bus todo el día con los tacos como estaban, cada vez peores. Antes a la hora que uno pasara por Bilbao se podía andar fuerte y derecho, en cambio ahora siempre bocinazos y ni siquiera en hora peak, ni siquiera en hora peak, siempre se repetía entre que medio ofuscado y medio resignado. En todo caso, la pega esa no era mala, pero muy estresante eso sí. Por eso cuando lo echaron tomó la decisión, más o menos fue una decisión y más o menos se dejó llevar, de tomárselo con calma. Por eso y porque le pagaron una buena indemnización. 

Además, después de que le pagaron el finiquito, igual demandó a la empresa porque en el Sindicato le avisaron que la carta de despido era una farsa. Necesidades de la empresa, reevaluación del cargo y una sarta de cuestiones que ni Recursos Humanos se las creía, ¿acaso ya no iban a necesitar choferes para los buses? Los del Sindicato sabían lo que hacían, si hasta lo mandaron con el abogado de ellos y después de unos meses consiguió una buena indemnización adicional. Pero eso es otro cuento.

Fue el bueno de Julito, que en paz descanse, el que lo convenció. No hay que hacer nada, puro andar paseándose y de repente hablar por radio y el turno de noche lo pagan bien, lo pagan re bien, siempre remarcaba eso último de que el turno de noche lo pagaban bien, re bien. El bueno de Julito, que en paz descanse, no era tan bueno para el blablá, pero cuando se le metía algo entre ceja y ceja no lo soltaba por nada del mundo, así que al final lo convenció igual de hacer el curso de vigilante privado (que resultó de lo más sencillo) y luego lo recomendó en el Mall. 

Lo más difícil fue habituarse al turno de noche, porque eso de trabajar 6x1 lo había hecho siempre, desde que era cabro. El truco es acostumbrar el cuerpo, le decía siempre el bueno de Julito, que en paz descanse. Cambiar los horarios de las comidas, cortinas black out en la pieza y harto cafecito, que antes no le gustaba, pero se hizo el gusto y santo remedio: en un par de meses el dolor de cabeza ya era soportable y después del primer año nada. 

La única parte mala era que estaba desajustado con la vieja y les quedaba el puro domingo para compartir, porque los cabros ya estaban grandes, andaba cada uno con lo suyo no más. Pero el bueno de Julito, que en paz descanse, qué duda cabe, tenía razón: el turno de noche lo pagaban bien, re bien de hecho. Era un pan de Dios, no se merecía morir como murió, todo reventado en la calle porque lo atropelló un camión al pobre Julito, al bueno de Julito, que en paz descanse, a quien le estaba agradecido.

En resumen, estaba bien en el Mall. 

Pero el cuento se trata de cuando vio al fantasma de Carlitos –o creyó ver al fantasma de Carlitos–.

Carlitos siempre andaba de buen humor, eso era lo que más le gustaba de él, siempre bueno pa` la talla, tirador pa` arriba, como se dice. Había empezado en el Mall hacía 3 años y 28 días, exactamente para un 1º de mayo en que andaban cortos de vigilantes, en ese momento eso sí que lo recordaba así de preciso. Le agarró cariño al tiro por la sonrisa de cabro chico que tenía y porque llegó a la primera tirando la talla, no se achicaba Carlitos. Tenía como un aire a su hermano chico, aunque de eso se dio cuenta harto tiempo después. A medio turno, más o menos, siempre bajaba Carlitos con un par de cafecitos y se quedaba un ratito a conversar, siempre lo trataba de usted, era bien educado Carlitos, también eso le gustaba de él, y siempre se ponía a canturrear sus cumbias el muy diablo, era lo único que escuchaba Carlitos, andaba con la alegría pa` arriba y pa` abajo, como se dice, aunque era más tieso que un chuzo el pobre, se notaba al tiro. Y así, de cafecito en cafecito, se fueron abuenando. Lo demás es sabido, en la empresa todos sabían.

Fue el 28 de mayo cuando vio al fantasma de Carlitos –o creyó ver al fantasma de Carlitos–. Mientras andaba paseándose escuchando radio, cansado y aburrido como siempre, se pilló a Carlitos en el pasillo que lleva a los baños del primer piso (su cuadrante). Vine únicamente a buscar algunos implementos, enseguida me retiro a mi cuadrante (el segundo piso) y ¿qué te parece si subes luego a compartir un café? En una hora te espero.

Se alegró de verlo aparecer por fin. Nunca faltaba, pero siempre llegaba tarde, y ese día se le había pasado la mano. Le hizo las típicas bromas que siempre se hacían sobre llegar tarde y sobre los últimos partidos (eran fanáticos de Universidad de Chile y Colo-Colo respectivamente). Todo con gestos y palabras a distancia, así como habla la gente acostumbrada a verse todos los días (o todas las noches, en este caso), y se despidieron con esos mismos gestos y palabras a distancia. Carlitos se fue subiendo por la escala tarareando una canción de Elvis, más vieja que el hilo negro, y meneando el esqueleto como el mismísimo Elvis. Ahí lo perdió de vista.

Jornada laboral normal habría sido si el operador de la sala de cámaras, como lo vio gesticulando, no le hubiera hablado por radio para preguntarle con quién hablaba y si había entrado alguien (dicha cámara estaba orientada en un ángulo agudo muy pronunciado, por lo que no transmitía un plano amplio). Con Carlitos, quién más, siempre llega atrasado, pero hoy se le pasó la mano a este cabro. Carlitos está hospitalizado, no va a venir, llamó hace poco su señora para avisar. El operador lo vio dar tremendo respingo ahí mismo, mirar en una y otra dirección y otra vez, revisar el pasillo y la escala y nada. ¿Seguro conchetumadre? Seguro culiao

Había sucedido lo siguiente.

Esa misma noche, más temprano, a Carlitos lo había chocado en una esquina un descriteriado que se pasó la roja. Si bien el vehículo era ligero, de estos city car que hacen ahora, el pobre Carlitos se movilizaba en moto así que se llevó la peor parte. La ambulancia se lo llevó al hospital, donde lo derivaron a la Unidad de Cuidados Intensivos. Estable dentro de su gravedad y, afortunadamente, se mantuvo siempre consciente, lo que descarta daño cerebralCasi le baja un desvanecimiento a su señora por lo que le dijo el médico, menos mal no había daño cerebral y ya ligerito iba a poder pasar a hablar con él. Con el sobresalto, se había olvidado por completo de que su marido tenía una jornada laboral que cumplir. Recién cuando fue a comprar una bebida a la máquina para pasar el mal rato se acordó y entonces recién llamó al Mall. 

Una operación y varias semanas después, Carlitos recibió el alta médica y luego de seis meses más de kinesioterapia, pagada por el seguro, en el Hospital del Trabajador (la empresa accedió a declararlo como accidente de trayecto), pudo volver a trabajar, casi con normalidad. 


NOTA MARGINAL:

El vigilante privado don [NOMBRE TARJADO], del turno de noche, no se presentó a labores los días 29 y 31 mayo ni los días 1 y 2 de junio, tampoco contestó los llamados de Recursos Humanos ni presentó licencia médica. Se le envió carta de despido el jueves 3 de junio.

sábado, 15 de mayo de 2021

Poesía. Collage de 1913


La aspiración de lo mejor no es privilegio de todas las generaciones. 

Cuando el ignorante se cree igualado al estudioso, el bribón al apóstol, el boquirroto al elocuente y el burdégano al digno, la escala del mérito desaparece en una oprobiosa nivelación de villanía. 

Halagar a los ignorantes y merecer su aplauso, hablándoles sin cesar de sus derechos, jamás de sus deberes, es el postrer renunciamiento a la propia dignidad. 

Por eso ciertos hombres inservibles se adaptan maravillosamente a los desiderata del sufragio universal; la grey se prosterna ante los fetiches más huecos y los rellena con su alambicada tontería. 

La irresponsabilidad colectiva borra la cuota individual del yerro: nadie se sonroja cuando todas las mejillas pueden reclamar su parte en la vergüenza común. 

Las jornadas electorales se convierten en burdos enjuagues de mercenarios o en pugilatos de aventureros. 

De cada cien, noventa y nueve mienten lo mismo: la grandeza del país, los sagrados principios democráticos, los intereses del pueblo, los derechos del ciudadano, la moralidad administrativa.

Intentan disfrazar con ideas su monopolio del Estado. 

La política se degrada, se convierte en profesión. 

Lo que antes fue Verbo en el genio, se torna ahora palabra y es distribuida entre todos, que, juntos, creen razonar mejor que uno solo. 

La aspiración de lo mejor no es privilegio de todas las generaciones.

EPÍLOGO:
Todo esto fue escrito en 1913 por José Ingenieros, en Buenos Aires, y fue leído y releído en la víspera de una elección —según todos— muy importante, célebremente olvidada.

miércoles, 7 de abril de 2021

Poesía. Plegaria de un niño

 
God, grant me the serenity to accept the things I cannot change,
courage to change the things I can,
and wisdom to know the difference.
 
 
Fui un niño afortunado.
 
Fui recibido como una esperada llovizna de verano,
plurales y amorosas manos mecieron mi vigilia y mi sueño caprichoso.
 
La generación que irrumpía en la familia
se mostró desde el comienzo vivaz y precoz,
prolongando los ensueños de ennoblecimiento,
por oficio de las letras,
de las anteriores.
 
Tanto se me dio y tanto de mi se esperó
(hoy lo comprendo)
que nada nunca me faltó.
 
Tanto el mundo me dio
que ni un pequeño milagro me fue negado.
 
courage to change the things I can,
 
Arriba en el ropero
el deseado objeto,
no más que un tuto raído
(única codicia del infante que fui),
inerte acumulaba su energía potencial,
puesto lejos de mí por alguna fuerza
entonces fuera de mi comprensión.
 
La diminuta silla azul de juguete no permitía
la menor esperanza de cogerlo.
 
Devotamente lo contemplaba
para renovar la fe de vencer y para mí capturarlo al fin.
La pequeña pero ilimitada fe
de que es capaz una criatura
aún no contaminada por tiempo ni espacio.
 
El tiempo: verano de 1993.
El espacio: calle Pedro León Gallo, comuna de Providencia.
 
Contemplaba entonces al mundo directamente
y sobre él me arrojaba para devorarlo
y en renovado intento tampoco lograba subir hasta el tuto.
 
God, grant me the serenity to accept the things I cannot change,
 
Barrunté entonces, a tan temprana edad,
la serena resignación que los santos antiguos predicaron.
 
La silla quedó abandonada
y mis pocos kilogramos de masa
en el centro de la habitación,
lejos del ropero,
lejos del tuto,
en la pose de la flor de loto
(propia del budista que pude ser y no fui)
inspiraban y expiraban
matando el deseo,
intentando absortamente matar el deseo.
 
and wisdom to know the difference.
 
Pero el deseo no se dejó matar
y un milagro obró
que cayó como cae una esperada llovizna de verano.
 
Cayó en línea recta,
con antinatural naturalidad,
desde 2,2 metros de altura
a 2 metros de distancia,
en un ángulo de 45 grados,
directamente contra mi cara.
Amorosos entretejidos de lana se mecieron contra mi ser caprichoso.
 
Soy un hombre afortunado: creo en milagros.

sábado, 13 de febrero de 2021

Poesía. Una arbitraria lonja de pasto


Hoy encontré el camino 

desde el parque de vuelta a casa,

una vez más. 

No es difícil, 

basta un poco de atención

y otro tanto de memoria.


Requiere no olvidar que aquel que soy 

confusamente se sigue —más bien, se deduce—

de aquel que, sobre las mismas calles, fui

y exige nuevamente zigzaguear

las mismas esquinas

y volverlas a torcer, bien o mal,

en rítmica sucesión

en inalterable sucesión.


Las copas de los árboles claman sobre mi cabeza

cada vez que vuelvo, cada vez que voy

y cada tarde de un día cualquiera 

de un verano cualquiera, seco y sofocante,

se me aparece trágicamente arquetípica.


De regreso, me forzaba siempre

la perpetua novedad de una lonja de pasto,

arbitrariamente dispuesta entre los edificios,

a preguntarme —acaso ritualmente—:

¿Cuándo será el día en que me tumbe a descansar sobre este verde tapiz?

¿Cuándo será el día en que un minuto de afable ociosidad me permita dejarme abrazar por la colcha florida?

¿Cuándo será el día en que coja la belleza con mis propias manos?


EPÍLOGO:

Finalmente llegó el día

en que un conchesumadre plantó una reja allí,

en Elena Blanco con Román Díaz,

incomunicando para siempre la vereda 

de esa arbitraria —y milagrosa— lonja de pasto,

virgen de mí. 


NOTA DEL AUTOR:

La noticia de este criminal suceso la he recibido, por medio de mis propios ojos, la noche del 13 de febrero de 2021, volviendo de trotar alrededor del parque. Tal parece, según me informó una vecina, que la lonja de pasto en cuestión perteneció siempre al edificio adyacente, construido hará una década, pero que, debido a no sé qué incordio burocrático con la Dirección de Obras Municipal (y la cacha de la espada), no había podido ser cercada hasta ahora. Confieso mi pecado: siempre lo supe. 


martes, 6 de octubre de 2020

9.11 Las enseñanzas del Maestro: ¿deben ser oídas ambas partes de una misma cuestión?

Se congregó aquella tarde bochornosa, en la plaza pública del pueblo, una gran multitud de gentes de las más variadas para oír departir en egregio diálogo a los tres mayores sabios de la comarca sobre las más agudas cuestiones terrenas y celestes.

En esta ocasión, un hombre humilde del pueblo llano dio un paso adelante y con gran reverencia pidió permiso para plantear a los sabios una cuestión que mucho le intrigaba tiempo ha. Le fue concedido y tras meditar unos momentos la mejor formulación inquirió derechamente: ¿deben ser oídas ambas partes de una misma cuestión?

Murmuraciones de perplejidad levantó entre los allí reunidos caso tan espinoso y vacilaron todos unos minutos antes de proceder al sorteo del orden en que habrían de deponer los sabios. 

El procedimiento ideado, asaz sencillo, consistía en tres bolas idénticas, que llevaban dibujados los números del 1 al 3, que los sabios debían coger de una bolsa negra al mismo tiempo y sin mirar. Se garantizaba así que el perfecto azar y no las estratagemas viles determinaran en qué sucesión habrían de exponer sus razones, de este modo les resultaba imposible adaptar mañosamente su discurso para socavar falazmente al contrincante en lugar de acuñar en su fuero interno la honesta evidencia de sus propias proposiciones. La verdad debía triunfar por sobre la retórica. 

Así, se les concedía un tiempo delimitado a los sabios para formular, de dientas hacia adentro, sus razonamientos, luego se sorteaba el orden y en seguida comenzaban a departir. Y así hicieron.

El primer sabio dijo así:

—En toda discusión deben ser oídas siempre ambas partes de la disputa, ya se trate de una disputa práctica, como ocurre ante un tribunal, o bien de una disputa teórica, como ocurre en los diálogos filosóficos. Ello es así porque el primer orador o bien demostró su punto con su discurso o bien no lo demostró. El primer caso no es dable lógicamente, puesto que no es posible tener por demostrado por la mera exposición aquello que debe ser demostrado por medio del diálogo y contraste de los argumentos de parte y parte, en cuyo caso se sigue que [el primer orador] jamás podrá demostrar su punto con su discurso. Por otro lado, si [el primer orador] no ha probado su punto entonces se sigue que, atendida la naturaleza dicotómica [de este tipo de disputas], la otra postura, cualquiera sea, ha de ser la verdadera. Sostener lo contrario implicaría afirmar que quien ha hablado [segundo] meramente ha proferido el mismo enunciado que quien habló primero, en cuyo caso no habrían realmente dos posturas, sino una sola repetida, de lo cual se seguiría que la misma sería falsa y verdadera a la vez, lo cual es absurdo. 

Luego habló el segundo sabio del siguiente modo:

—Jamás en discusión alguna deben ser oídas ambas partes de la disputa, ya se trate de una disputa práctica, como ocurre en un tribunal, o bien de una disputa teórica, como ocurre en los diálogos filosóficos. Ello es así porque el primer orador o bien demostró su punto con su discurso o bien no lo demostró. En el primer caso resulta innecesario oír ulteriores posturas respecto a la misma cuestión, puesto que, si ha quedado demostrado el caso defendido por el [primer] orador implica que ha presentado un razonamiento necesario y suficiente, quedando por probado el punto y por inoficioso todo disenso. Por otro lado, si [el primer orador] no ha probado su punto, entonces deviene vano cualquier ulterior discurso en contra de una tesis ya demostrada insuficiente y, por tanto, falsa. Sostener lo contrario implicaría afirmar que quien ha hablado [primero] meramente ha proferido un enunciado fútil, que nunca es el caso justamente porque ha hablado primero, o bien que la totalidad de la carga de la prueba recae en el segundo orador, que nunca es el caso justamente porque hablaría segundo, lo cual es absurdo. 

Llegó finalmente el turno del Maestro, quien se limitó a guardar silencio. Y fue entonces, por todos los allí congregados, aclamado como el más sabio de los tres. 



miércoles, 30 de septiembre de 2020

Poesía. No encuentro los lugares donde antes me encontrara perdido


No encuentro los lugares donde antes me encontrara perdido
porque tiempo atrás, sin darme yo cuenta,
los perdí de vista
y no captados ya por mis ojos los fotones
desaparecieron sin destello, sin escándalo
ni beatería de despedidas.

No verán ellos tampoco ya al niño o al joven,
que ahora es un hombre pasmado,
dar una y otra vuelta
en ángulos más obtusos que rectos
para terminar, sobre los perdidos lugares, en el mismo punto
en que su adultez parará,
embriagado de la impenitente ingenuidad
de creer, con científica fe bastarda,
que un desplazamiento espacial
podrá regresarle al niño o al joven perdido
sobre los lugares que,
tiempo después,
perderá de vista sin destello, sin escándalo,
sin la resignación sabia de lo irrepetible
ni el único consuelo de beatas despedidas.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Poesía. ¿Quién sería de no haber sido aquel que fui?


¿Quién sería de no haber sido aquel que fui?

Si mi principio no habrá de ser también mi fin,

si un cielo saturnino no hubiera

sobre mí inscrito el sombrío signo

de que el cordón que a otros da la vida

a mí me la quiso quitar sin haberla tenido siquiera.


Si esa tarde de ese día de verano

el médico no hubiese prestado oídos

al ominoso silencio de una criatura. 


Si en lugar del sombrío signo

un auspicio distinto,

—el llanto de mis congéneres, por ejemplo—

hubiera sido.


Si de joven no me hubiera sentido ya viejo,

como si ya hubiera vivido lo que habré de vivir,

por vislumbrar —¿acaso recordar?—

que el fin es también el principio

y ser custodio del presagio abrasador

de que retornaré una vez más,

bajo un renovado signo, 

para volver a jurar: 

Yo soy el que soy


sábado, 15 de agosto de 2020

Poesía. Que alguien me jure que este es mi destino


Que alguien me jure que este 

-y no otro cualquiera-

es mi destino,

que estos días y estas noches

son parte de algún plan insondable,

cuyo sentido habré de percibir algún día. 


Quizá recién en el lecho de mi muerte

habré de percibir, al fin y al cabo,

mi mortal ciclo en este mundo,

desde su comienzo a su fin,

y en cada esquina, bien o mal torcida,

encontraré una divina y piadosa sonrisa

anunciadora de la pequeña felicidad

de volver, una vez más, a torcer, bien o mal, 

sobre las mismas esquinas 

la dirección de mis andanzas juveniles

y no tan juveniles errores y arrepentimientos.


Soñaría entonces enmendarlos

si el mismo Dios que me ha condenado

me señalara exactamente cuáles son

y cómo pude cometerlos. 


Pero el Dios invocado es el torcedor de las esquinas,

interrogadas inocentemente tantas veces,

y no perdona a quien ha recorrido, 

una y otra vez, 

aquellas calles oblicuas, 

sobre las que se ha vuelto hombre,

dichoso y pecador.

sábado, 18 de julio de 2020

Poesía. Los reptiles observan

Los reptiles observan
nuestras grandes ciudades de acero,
ven el metro y las micros repletas,
la carrera espacial
y la bomba atómica.

Hace mucho deambulaban sobre la Tierra
indiferentes y soberbios,
recorriendo con ojos de pupilas rasgadas
las revoluciones solares.

Cuando haya caído la última bomba,
cuando el Dios de las cosas pequeñas nos abandone,
cuando se acabe el vino,
volverán los reptiles
a reptar sobre nuestras ciudades ruinosas.
El Capitolio, el Big Ben, el Cristo Redentor
será nidos que incubarán monstruos innominados.

Y volverán a ser crueles
y volverán a ser altivos
y volverán a morder los huesos del futuro
y después de haber devorado el Mundo
descansarán al sol
hasta ver nacer a los nuevos mamíferos.


Poesía. Verás a los hombres

Verás a los hombres sobre la Tierra
fornicar y multiplicarse,
los verás sobre los puentes que tienden sobre los ríos
rezando, implorando, esperando
que baje Dios del cielo a tomarse una cerveza 
con el desgraciado de turno.

Los verás vestidos de traje y corbata,
almidonando el orgullo de ser la cima de la cadena alimenticia.
Los verás llenar con palabras el Mundo,
las palabras con significados,
los significados con conceptos
y los conceptos desnudos de Mundo.

Los verás masacrarse humanitariamente,
despilfarrar eficientemente,
administrar la libertad
y afirmar a Dios para anularlo.

Viéndolos sobre la Tierra,
(bajo ella y sobre ella)
más valdría preguntarse
¿por qué se extinguió el Neanderthal?

Poesía. El Dios de Berkeley

Las revoluciones de los cuerpos celestes,
la pena del hombre pobre,
el ejército de mujeres que recorre las calles buscando clientes
y sus clientes,
el Niño, la Niña y la corriente de Humboldt,
tú y yo mientras nos masturbamos,
tú —yo no— cuando le das una moneda al mendigo,
el mendigo cuando se compra un vino,
el cartón de vino en la basura,
los niños que buscan juguetes en la basura,
pero solo encuentran cartones de vino.

Todo esto
y todo lo demás
lo ha visto y lo ve el Dios de Berkeley.

Poesía. Hoy fue un buen día

Hoy fue un buen día.
La irregularidad de la temperatura de la ducha
no me desanimó,
el desayuno frío y solitario tampoco,
todas las mierdas del centro
y sus tribunales 
tampoco.

Hoy fue un buen día
porque me di el gusto
de transitar 40 minutos sentado
en la micro
leyendo Bukowski
mientras una vieja de mierda
empujaba su abdomen correoso contra mí, 
mientras tosía,
mientras escupía,
mientras se moría de la vida frente a mí. 

Lamenté haber llegado a mi destino.
Solo espero que la vieja de mierda
haya elaborado mentalmente
una novela mejor que Cartero.

Poesía. Hora punta

Te obligan a ajustar tu reloj biológico según la televisión.
Te dice que planifiques tu viaje, 
levantarse hora y media antes
es un sacrificio aceptable
para que el país funcione,
para que las instituciones funcionen.

Pero no te preocupes, 
pronto te acostumbrarás
al traqueteo cansino de los carros,
a las miradas derrotadas, 
a las cabezas gachas,
a las manos callosas
y las suelas gastadas. 

En efecto,
te acostumbras.

Te acostumbras
al hereditario peso de la noche
que te jala como la gravedad
al quintil al que perteneces.